Katherine Ruano
Una muestra de la vitalidad de nuestra lengua, son las nuevas palabras que, de boca en boca, se han ido apoderando de la cotidianidad, y que surgen de la necesidad y el uso de las nuevas formas de interacción que llegaron con el nuevo siglo.
Los neologismos nacen de la necesidad de nombrar nuevas realidades, aumentando continuamente su divulgación y popularidad. Algunos provienen de préstamos lingüísticos, combinación de palabras, adaptaciones y hasta onomatopeyas, que han surgido por el uso masivo de la Internet y la telefonía móvil, en un contexto donde su significado es entendido y apropiado; es así como como Twitter y Facebook tienen ya un “diccionario” propio.
Vocablos de uso cotidiano como <<Cliquear>>, <<chatear>>, <<googlear>>, <<textear>>, <<postear>>, <<viralizar>>, <<tuitear>>, <<desamigarse>>, <<emoticono>>; son considerados un fenómeno natural que se ha intensificado con el desarrollo de la red, algunas efímeras y otras que vinieron para quedarse.
Estos nuevos términos y palabras que, aprobadas o no por la RAE, enriquecen el idioma y son testimonio de las nuevas realidades, son una muestra de la famosa frase de la catalana Maria Antonia Martí: “La excelencia de una lengua no está en su pureza, sino en que sea un buen vehículo de comunicación”.